Un gobierno que promete un programa electoral y luego impone otro, un gobierno implicado en graves casos de corrupción, un gobierno con ideas retrógradas respecto a las libertades de conciencia de mujeres y ciclistas, un gobierno que se define ideológicamente como “liberal” pero que después interviene en la economía eliminando la libre competencia, penalizando las energías renovables con impuestos sobre el sol (como si este tuviera dueño) para beneficiar al oligopolio eléctrico, un gobierno que incumpliendo el mandato constitucional del derecho a la vivienda prefiere que se tire a la gente de sus casas antes que perjudicar a la banca, un gobierno que hace la vista gorda al desfalco bancario del país haciendo pagar al pueblo los errores de gestión de las élites bancarias, un gobierno al servicio de los intereses económicos de sus amigos a los que pretende regalarles la sanidad y la educación públicas, un gobierno que estuvo a punto de cambiar una ley (cual república bananera) para que un magnate americano montase un casino en el país, un gobierno que gobierna en detrimento de casi todos y a favor de sus amigos o de una parte de la oligarquía de este país y en definitiva, un gobierno que solo entiende de palos (ley Mordaza) para imponer su voluntad: no tiene autoridad moral para velar por la seguridad de nosotros los ciclistas e imponernos nada.
Más si cabe cuando los únicos que los apoyan son instituciones que nunca se habían preocupado por nosotros y que en la mayoría de los casos tienen intereses económicos contrarios al despegue de la bici en nuestro país.
El caso más llamativo estos últimos meses es el de la Confederación Nacional de Autoescuelas (que por cierto hasta ahora nunca se habían preocupado por la seguridad ciclista) con un infumable anuncio en la contraportada del diario “El País” que pretende decir a la gente que es lo que se debe hacer para ir seguro en bicicleta y de paso tachar a quien no esté de acuerdo con sus simplistas soluciones (ponte el casco y punto) de irresponsable (“los niños que han recibido una buen educación y los jóvenes que han pasado por una buena autoescuela…”). Son los últimos en sumarse al carro de entidades damnificadas económicamente por el despegue del ciclismo urbano.